Hace un tiempo tuve la oportunidad de conocer la bodega Estrella de Los Andes, una bodega con mucha proyección de crecimiento en todo sentido, desde sus vinos, su estructura y su restaurante.
Pueden leer la nota acá: Estrella De Los Andes, generadores de pasión
A su enólogo lo conozco desde hace tiempo. Compartimos el cursado de algunas materias en la Facultad Don Bosco y luego las redes sociales se encargaron que siguiéramos en contacto.
Se trata de Lucas Morán (35 años, Licenciado en Enología y Productos Frutihortícolas), una persona inquieta por naturaleza. Y la industria del vino necesita de inquietos para seguir creciendo. Lleno de proyectos y visiones a futuro que el tiempo se viene encargando de darle la razón, definitivamente es alguien que necesitan conocer más a fondo.
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1. ¿Cómo empezó tu afán por el vino y la enología?
Cuando era chico (once años) mi mamá cuidaba casas de familias cuando se iban de vacaciones, un verano estuvimos en una casa con parral, y lo que yo hacía era juntar varios racimos, exprimirlos y ese jugo con tortitas caseras era mi media tarde de lujo. Cuando llego el día de entregar la casa, no quise quedarme sin mi media tarde, así que exprimí racimos demás y los guarde como en 6 botellas y me los lleve a escondidas a casa, guarde bajo la cama y en el ropero (error) a la semana llegando del colegio, mi mama me estaba esperando.
“¡Ya te vas a limpiar ese desastre que hiciste en el ropero… toda la ropa manchada, no vez que eso se está haciendo vino!”
Sin rezongar ni preguntar me fui a limpiar pero con esa frase que me hacía eco y que no me cerraba “…no ves que eso se está haciendo vino?..” así que uno dos días después (cuando se calmaron los ánimos por la ropa manchada) le pregunté que era eso de que MI jugo se estaba convirtiendo en vino. Fue ahí que mi mamá en simples palabras me dijo… “con la Uva se hace el vino, el jugo se fermenta y se convierte en vino”.
Imaginate yo con once años con la noticia de que con mi jugo se podía hacer vino, explotó mi cabeza. Desde ese momento lo único que quería hacer, era que ese jugo exprimido a mano a través de un colador de fideos se “convirtiera” en vino. No puedo enumerar la cantidad de botellas que junte a partir de ese momento y que todos los años quería repetir el experimento que la familia obligada tenía que probar.
Así que desde ese momento solo quería una cosa en la vida: trabajar en una bodega y hacer vino.

2. ¿Cuál fue tu primer tarea enológica en una bodega?
Mi primera tarea fue en Vendimia, control de temperatura y Boumé, siembra de piletas y toma de Brix en lagar.
3. ¿Cómo fueron tus inicios en Bodega Estrella de los Andes?
Cuando empecé en Estrella de Los Andes venía de una bodega grande, así que me sentí técnicamente muy cómodo, pero por otro lado no fue difícil contagiarse de la pasión con la que los dueños de la bodega estaban empezando este proyecto.
Afortunadamente desde un principio confiaron en mi y se la jugaron jugaron, me dieron libertad para crear, innovar y lo que es mejor pudimos empezar a soñar un proyecto como equipo, cada uno abocándose a lo suyo trabajando en conjunto como un relojito, desarrollando varios de los productos que hoy tiene nuestro porfolio de vinos. Realmente se puede decir que el trabajo en equipo ha sido nuestro fuerte. Estoy prácticamente desde el principio en esta empresa y siento la bodega como propia, realmente puedo decir que la he visto nacer.
4. Acabás de mencionar tu libertad para crear ¿qué tipo de vino te gustaría elaborar a futuro?
Creo que el “ vino del futuro” es el que se empieza a gestar hoy, desde ya, así a prueba y error, investigando y ensayando. Sigo trabajando en explotar el terroir, creo que dentro de un universo que es el Malbec todavía hay mucho por descubrir, pero también apuesto a otras variedades, siempre buscando ese tipo de vino que enamore, que lo destapes y no te des cuenta de que la botella ya esta vacía y que a su vez te permita sentir que querés compartir otra. Ese es el vino que busco siempre y creo que es el sueño de todo enólogo, como lo es llenar cada botella con un poquito uno mismo, un poquito de alma, de esfuerzo, de satisfacción y agradecimiento y de un equipo entero de personas que se pusieron el racimo al hombro para que cuando esa botella sea destapada te puedas tomar todo eso y sentirlo. Ese sería mi vino de hoy y del futuro.
5. ¿De qué forma trabajás tu proyección como enólogo?
Creo que uno como enólogo solo se puede proyectar profesionalmente de una sola forma: caminando la viña y haciendo vino con pasión hasta que se nos acabe la vida. Podés querer estar al frente de una bodega grande o de una chica o la tuya propia, pero siempre con pasión por lo que hacés. Pretendo seguir perfeccionándome en esto y crecer, en lo personal, en lo profesional y en los lindos lazos humanos que el rubro te genera.
6. ¿Cuál es para vos la vendimia soñada?
Creo que la vendimia soñada es esta y la próxima y la próxima y así. Uno jamás deja de soñar con la próxima vendimia, un mundo de oportunidades que se avecina, un universo de aromas, colores y sensaciones a la espera de ser combinados, siempre buscando esa armonía que te haga pensar: ”Te quiero dentro de mi botella, esto no puede pasar desapercibido, te quiero compartir”.
Lo genial de esta profesión es que esa sensación se renueva todos los años, contra sol y lluvia. La próxima vendimia siempre es la soñada.
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Para conocer más a fondo a Lucas, pueden seguirlo en sus redes sociales:
Cuánto talento el de Lucas y cuanto camino le queda por recorrer…! Además, se deja ver en tu entrevista que es una persona muy humilde y con los pies bien puestos sobre la tierra. Muy buena nota Pablo!