Por Roberto de la Mota – Enólogo
Si bien podríamos, o mejor deberíamos, comenzar al este de Europa, en el Asia Menor, unos 7.000 años aC, cuando ya existen vestigios de la domesticación de la vid, saltaremos a los primeros años de nuestra era.
El malbec habría llegado a la Narbonesa romana con sus ejércitos y conquistado el suroeste de Francia. La producción de vinos coloreados y de buen cuerpo justificarían su difusión en la Gironde.
Ciertamente esta hermosa historia es cautivante y llena de “glamour”, pero al parecer es una variedad originaria del suroeste de Francia, más precisamente de la zona de Quercy, cerca de Cahors, donde es muy importante.
Jean Michel Boursiquot, ampelógrafo, profesor de la Escuela Nacional Superior de Montpellier y autor de varias obras, nos explica en su trabajo “Paternidad del merlot y la relación entre los cepajes del suroeste de Francia: El eslabón perdido” (2004) el parentesco entre los distintos cultivares de la zona y su origen.
Efectivamente, basado en un trabajo de investigación genética sobre más de 2.300 variedades, demuestra que el merlot es fruto del cruzamiento entre magdeleine noir de Charantes y cabernet franc. Este mismo estudio nos confirma que el malbec o cot desciende de la misma madre, es decir, magdeleine noir de Charantes, que es una variedad muy antigua usada como uva de mesa en el Medioevo y su padre sería un viejo cepaje de la zona, el prunelard N. Este último aún se puede encontrar en la zona de origen, especialmente en Gaillac.
Como afirma Pierre Galet, el cot o malbec fue muy difundido durante el siglo XVII, XVIII y especialmente el XIX. Por sus características enológicas viajó hasta Libourne. El Dr. Pressac lo llevó a Saint-Émilion y Malbeck lo introdujo a Santa Eulalia de Amberes. Así tomó el nombre con el que lo conocemos.
Hasta la invasión filoxérica, se expandió por sus cualidades. Pierre Galet menciona a Cavoleau quien afirma que es capaz de dar vinos que envejecen muy bien por 20 o 30 años en toneles y 40 o 50 embotellados.
Sensible al corrimiento, sufrió al ser injertado sobre portainjertos americanos. Era usual podarlo con generosidad, especialmente cuando joven, pues de lo contrario podía producir sólo madera, y su sensibilidad a los fríos de invierno lo limitó aún más. Especialmente durante el frío invierno de 1956.
La zona de Lot, donde está Cahors, tenía casi 60.000 hectáreas de viñedos en 1850 y actualmente menos de 10.000 hectáreas.
Siendo un cepaje antiguo de gran extensión y si se quiere viajero durante el siglo XVIII, tiene una gran cantidad de sinónimos, pero sólo mencionaremos los más importantes.
Cot, nombre que según Guy Lavignac proviene del occitano y que deriva de una de sus características principales que es la de contar con dos tipos bien diferentes y conocidos.
Los de queue rouge o los de queue verte, es decir los de pedúnculo rojo o aquellos de pedúnculo verde. Los de cola roja, son más interesantes y buscados pues cuentan con más taninos y polifenoles, en general, dando vinos más concentrados y coloreados. Cabe destacar que ambas formas se encuentran en nuestra zona.
El otro sinónimo significativo es el de Auxerrois y si bien muchos consideraron que la variedad podría venir de Borgoña, es decir de Auxerre, esta versión ha sido descartada. Finalmente quiero comentarles a modo de anécdota que cuando estuve estudiando en Montpellier, Francia en 1988, mis colegas no conocían la palabra malbec.
Ni siquiera mis colegas más versados o provenientes del suroeste habían escuchado la forma en que nosotros llamamos a este cepaje. Sin embargo, el éxito de los vinos argentinos ha llevado a productores de Cahors a colocar la palabra malbec en la etiqueta.
Su historia más cercana.

La nuestra Sin entrar en los detalles ya archiconocidos sobre la llegada a Mendoza desde Chile. Haremos un breve resumen y trataremos de enfocarnos en la historia reciente.
Como es sabido, su introductor fue el Ing. Michel Aimé Pouget, francés que tal como nos cuenta el historiador Juan Draghi Lucero en su monografía publicada en 1936 “Vida y obra de Mr. Michel Aimé Pouget, benefactor de Mendoza”.
En dicha obra aparecen detalles ricos de la vida de este gran hombre, que en Chile trabajó en la propiedad de José Patricio Larrain Gandarillas en Villuco. Introdujo en 1844 desde Milán, Italia, las primeras colmenas de abejas Apis mellifera ligústica, además de numerosas especies de hortalizas, frutales y forestales.
Fue Domingo F. Sarmiento, durante uno de sus viajes al vecino país, quien quedó asombrado por el saber, las nuevas técnicas y especies que Pouget tenía en Chile y por ello sugirió a Pedro Pascual Segura, gobernador de Mendoza que lo contratara.
Así Michel A. Pouget llega a nuestra provincia en 1852 y al año siguiente se funda la Quinta Normal de Agronomía de Mendoza. Con él trajo todas las especies, técnicas e innovaciones que llevó a Chile. Junto al malbec, llegaron muchos cepajes franceses, pero también flores, frutales y las abejas. Difundió y organizó la apicultura, tan importante en la zona por el cultivo de alfalfa.
Este benefactor, como lo definiría Draghi Lucero, dejó su impronta en nuestra tierra no sólo por la viticultura, sino además por especies de árboles como las acacias, que tanto le gustaban. Tanto es así que nuestra Alameda tiene tipas y no álamos gracias a él.
Estos cepajes mejoradores fueron rápidamente remplazando a los cultivares criollos, más rústicos y menos interesantes para producir vinos de calidad. Pronto se hablaría de “uva francesa” para definir el malbec y llegaría, según nos cuenta Leopoldo Suárez, al 50% del viñedo de Mendoza en 1911.
Pierre Denis dice durante su visita de 1916: “La vid criolla que da un fruto dulce y áspero en abundancia ha casi desaparecido en Mendoza”.

Reblogueó esto en bibliotecadealejandriaargentina.