Como les conté en post anteriores, vinificar uvas blancas es difícil, trabajar para que ese vino blanco sea de guarda es más complejo aún, y si decidimos que ese blanco de guarda será referente en las líneas súper premium, la dificultad aumenta más aún.
¿El roble siempre está presente en vinos blancos de guarda?
No
siempre, pero si la mayoría de las veces.
El
roble en la crianza de vinos blancos genera un aporte y evolución de aromas
terciarios (los obtenidos durante la guarda) disminuyendo los aromas primarios
y secundarios. Respecto al sabor, logran mayor estructura en boca haciéndolos
más intensos y complejos, como también más equilibrados y redondos.
Pero en aquellos vinos blancos de guarda donde no son utilizadas las barricas, la evolución es diferente, ya que podremos notar de principio a fin cómo los aromas primarios y secundarios van evolucionando a lo largo del tiempo, manteniendo de diversas maneras y formas la tipicidad que aporta el varietal desde un principio.
Para tener en cuenta: la lista está ordenada de forma creciente respecto al precio de cada vino. También la descripción corresponde solo a una opinión personal que comparto con ustedes.
Lagarde Guarda Chardonnay 2018 – $669
100% Chardonnay proveniente de Guatallary (Tupungato). El 40% del vino estuvo en barricas de roble francés durante 12 meses, el resto se mantuvo en tanques de acero inoxidable. En nariz predomina aromas que recuerdan principalmente a durazno y pera combinados con un dulzor otorgado por la madera. En boca la acidez está presente y muy bien equilibrada.
Este blanco de alta gama está elaborado con uvas Torrontés provenientes del Paraje Altamira, una de las mejores zonas de producción que ofrece Mendoza. Las uvas son fermentadas directamente en barricas de roble francés de primer uso, y luego una vez que está el vino terminado, pasan 4 meses más allí. Muy perfumado en nariz, con aromas que recuerdan a la uva moscatel fresca combinados con el aporte que le da la madera. Excelente balance en boca, untuoso, llenador y de prolongado final.
El Esteco Old Vine Torrontés 2016 – $777
Gran exponente de este varietal proveniente de tierras donde se sabe desarrollar de la mejor forma. Con viñedos de poco más de 70 años, este Torrontés es el único de esta lista que no ha pasado por barrica, demostrando que no siempre el roble es sinónimo de alta gama. Tanto en nariz como en boca es muy delicado, fresco, con estructura tal que lo hace amable al paladar. Las notas cítricas resaltan por el resto. Una particularidad de este exponente es que el vino no es filtrado antes de embotellarse, y pasa entre 6 y 8 meses en estiba, tiempo durante el cual gana cuerpo y estructura.
IDA C Chardonnay 2017 – $1100
Un vino creado en honor a Ida Cipoletti, una de las fundadoras de Bodega Clos de Chacras. Elaborado con uvas de Guatallary, este vino fue vinificado un 80% en barricas de roble francés de segundo uso, y luego de elaborado pasa 15 meses más. Los aromas potentes recuerdan a frutas tropicales típicos del varietales entrelazados con la vainilla y coco aportados por la madera. En boca es muy untuoso y ancho, con una complejidad súper interesante.
Apartado Chardonnay 2016 – $1504
Este blend de blancas está formado por 95% Chardonnay de Guatallary, 4% Chardonnay de Altamira y 1% de Viognier de Altamira. Este blanco tope de gama pasó 12 meses en barricas francesas (50% primer uso) aportando en nariz aromas a miel y vainilla combinadas con las propias del varietal como son las frutas tropicales. En boca se reafirman estas sensaciones sumándose una potencial que llena el paladar desde el primer sorbo.
Como les conté en post anteriores, vinificar uvas blancas es difícil, trabajar para que ese vino blanco sea de guarda es más complejo aún, y si decidimos que ese blanco de guarda será referente en las líneas súper premium, la dificultad aumenta más aún.
¿El roble siempre está presente en vinos blancos de guarda?
No siempre, pero si la mayoría de las veces.
El roble en la crianza de vinos blancos genera un aporte y evolución de aromas terciarios (los obtenidos durante la guarda) disminuyendo los aromas primarios y secundarios. Respecto al sabor, logran mayor estructura en boca haciéndolos más intensos y complejos, como también más equilibrados y redondos.
Pero en aquellos vinos blancos de guarda donde no son utilizadas las barricas, la evolución es diferente, ya que podremos notar de principio a fin cómo los aromas primarios y secundarios van evolucionando a lo largo del tiempo, manteniendo de diversas maneras y formas la tipicidad que aporta el varietal desde un principio.
Para tener en cuenta: la lista está ordenada de forma creciente respecto al precio de cada vino. También la descripción corresponde solo a una opinión personal que comparto con ustedes.
100% Chardonnay proveniente de Guatallary (Tupungato). El 40% del vino estuvo en barricas de roble francés durante 12 meses, el resto se mantuvo en tanques de acero inoxidable. En nariz predomina aromas que recuerdan principalmente a durazno y pera combinados con un dulzor otorgado por la madera. En boca la acidez está presente y muy bien equilibrada.
Este blanco de alta gama está elaborado con uvas Torrontés provenientes del Paraje Altamira, una de las mejores zonas de producción que ofrece Mendoza. Las uvas son fermentadas directamente en barricas de roble francés de primer uso, y luego una vez que está el vino terminado, pasan 4 meses más allí. Muy perfumado en nariz, con aromas que recuerdan a la uva moscatel fresca combinados con el aporte que le da la madera. Excelente balance en boca, untuoso, llenador y de prolongado final.
Gran exponente de este varietal proveniente de tierras donde se sabe desarrollar de la mejor forma. Con viñedos de poco más de 70 años, este Torrontés es el único de esta lista que no ha pasado por barrica, demostrando que no siempre el roble es sinónimo de alta gama. Tanto en nariz como en boca es muy delicado, fresco, con estructura tal que lo hace amable al paladar. Las notas cítricas resaltan por el resto. Una particularidad de este exponente es que el vino no es filtrado antes de embotellarse, y pasa entre 6 y 8 meses en estiba, tiempo durante el cual gana cuerpo y estructura.
Un vino creado en honor a Ida Cipoletti, una de las fundadoras de Bodega Clos de Chacras. Elaborado con uvas de Guatallary, este vino fue vinificado un 80% en barricas de roble francés de segundo uso, y luego de elaborado pasa 15 meses más. Los aromas potentes recuerdan a frutas tropicales típicos del varietales entrelazados con la vainilla y coco aportados por la madera. En boca es muy untuoso y ancho, con una complejidad súper interesante.
Este blend de blancas está formado por 95% Chardonnay de Guatallary, 4% Chardonnay de Altamira y 1% de Viognier de Altamira. Este blanco tope de gama pasó 12 meses en barricas francesas (50% primer uso) aportando en nariz aromas a miel y vainilla combinadas con las propias del varietal como son las frutas tropicales. En boca se reafirman estas sensaciones sumándose una potencial que llena el paladar desde el primer sorbo.
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