Tímidamente olfateó el líquido rojo y la respuesta al estímulo fue inevitable. Cual perro de Pavlov, lamió una y otra vez el elixir de la vid, pero su poca cultura alcohólica le jugó una mala pasada.
El “Bobby ” tuvo una rápida oxigenación y luego de unos minutos no tuvo mejor destino que el verde césped del zanjón del Acceso. Allí reposó un rato hasta que sus dueños o sus amigos, lo llamaron para volver al barrio luego de haber cargado sus baldes, bidones y recipientes.
El mismo Cortéz cantaría a los cuatro vientos “se bebió de golpe todas las estrellas y se quedó dormido”, en aquél recordado tema “Callejero”.
Como dato anexo, el vino que venía Mendoza terminó en las heladeras de los vecinos. Pero el anecdotario popular recordará que el perro de Rawson se emborrachó con el vino tinto mendocino.
Fuente: Sanjuan8.com
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